SE NOS FUE AMPARO.
IN MEMORIAM A UNA PEQUEÑA GRAN PERSONA
A una semana que nos dejara la Dra. Amparo Granero, tengo la
mente algo más “centrada” como para poder dedicarle unas palabras. No se por
donde empezar, pues son tantas cosas que se me agolpan en unos segundos que no
se como encadenarlas ni poder escribirla en la manera que ella se merece.
Creo que en su vida tuvo la fortaleza, templanza y pundonor
de hacer lo que pensaba debería de hacer. Sus cosas las tenía muy clara y su
final no podía ser otro más que el que ella quiso. Sin dejar su ambiente
familiar e íntimo rodeada de su familia y en un ambiente sosegado.
Para Olga (nuestra pedazo de enfermera de enlace) y para mi,
algunos nos han dedicado palabras de agradecimiento, lo cual es por completo
inmerecido. Tan solo tuvimos que seguir el cumplimiento de sus deseos: ella nos
dijo lo que teníamos que ir haciendo, pues sabía mejor que nadie como se irían
desarrollando los acontecimientos.
Creedme si os digo que no es nada fácil tener que atender a
una pedazo de profesional de la medicina y de la pediatría hasta el final de su
vida, máxime cuando te une con ella un especial cariño y admiración. Pero sin
pensarlo mucho, tan solo te limitas a poder ayudarla tanto a ella como a su
familia lo mejor que puedes, pensando que nadie lo podrá hacer mejor que tú.
Especial mención a la figura de sus cuidadores: su abnegado
marido Miguel Angel, sus hijos Gonzalo y el gran Pablo. Todos tuvieron que
descubrir en sus interiores esas herramientas de cuidador que no sabían que
tenían dentro. Es de loable admiración la inmejorable situación que estaba siempre
y en todo momento, gracias a los cuidados que le daban de forma continuada
todos ellos. Estos años de evolución de su enfermedad ha sido una dedicación en
exclusiva al 300%.
No quiero olvidarme tampoco de otros grandes ayudantes en el
final de su vida, como ha sido Petra (su ayudante domiciliaria), la cual no
paraba de admirar el poder de comunicación que tenía su mirada; su única vía de
comunicación con el exterior, o también de sus fisioterapeutas y logopeda, que
tanto lucharon contra una enfermedad tan desconocida y contra la que no tenemos
ninguna arma terapéutica resolutiva. Algo demoledor para los profesionales de
la sanidad, pues no tener cura para una enfermedad es motivo de frustración
perpertua.
En definitiva,
gracias por haberme hecho sentir parte de tu caminar y digno de tu confianza.
Donde quieras que
vayas, has dejado huella…..Amparo.
Todos te añoraremos y
espero nos juntemos en la casa del Padre.
Dios te bendiga y nos
sepa rellenar tu hueco con tus buenos recuerdos.